Michael & Inessa Garmash
Floreció el joven albaricoque esta mañana,
primero y solo en la huerta desnuda.
En las tres más altas ramas
echó su flor, ligero: en su blancura alada
ríe al azul con estupor de infancia.
Señor, en nombre
de estas primeras flores
de tu abril, que abren sus ojos inocentes,
entre olor a sangre, ecos de guerra,
llanto de pueblos, perdona,
¡perdónanos, Señor!
Ada Negri
6 comentarios:
Bello poema, me uno a ese perdón.Besicos
un poema precioso, Rosa.
Me lo guardo.
Besos
También me uno, Charo.
Un beso.
ola bom diaaaa.
Precioso, es verdad, Maite.
Me alegro de que lo guardes.
Un beso.
¡Hola, María!
Gracias. Feliz noche para ti.
Publicar un comentario