Monique Broekman
Mirar la sombra que reposa en el borde del cuenco.
Mirar como tocar, como escuchar.
En la certidumbre de cada luz está el ahora
que pide ser nombrado.
Mirar la mirada: gesto silencioso.
Respirar para pronunciar otra lengua
en la quietud de las cosas.
Mirada de los ojos que son tacto y oído.
Mirada para desnudar las palabras,
como complicidad con la noche y el día,
como inquietud, como desvelo.
Mirada, desde lo más alto, desde lo más bajo.
Mirada para saborear el agua
con el tercer ojo: el corazón.
que pide ser nombrado.
Mirar la mirada: gesto silencioso.
Respirar para pronunciar otra lengua
en la quietud de las cosas.
Mirada de los ojos que son tacto y oído.
Mirada para desnudar las palabras,
como complicidad con la noche y el día,
como inquietud, como desvelo.
Mirada, desde lo más alto, desde lo más bajo.
Mirada para saborear el agua
con el tercer ojo: el corazón.
Wilson Pérez Uribe
4 comentarios:
Bonito poema, me quedo con los dos últimos versos.Besicos
Gracias, Charo.
Muchos besos.
Preciosidad de entrada, Rosa, como siempre.
Besos
Otro muy bonito de "Libro de la mirada":
GRAMÁTICA DE LA FELICIDAD
En el cuarto de la casa
se arrumaba pequeños objetos
que vivían en la luz de cada domingo.
Un aire de claridad, un instante
en que el tiempo semejaba la ternura.
Todo parecía uno; uno parecía todo.
Bastaba abrir los ojos,
despertar tan solo
ante el misterio del cuarto
donde reposaban todas las luces.
El mundo tenía la forma del amor
en el rostro de mi madre.
Y tiempo y amor
hallaban en su cuerpo
lo que apenas era mío.
¡Gracias! Un beso, Maite.
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